Autor: Melvin Agurto Morales (*) 12 octubre 2012
Todo
comenzó un domingo 7 de noviembre, mis clases
ya habían terminado y decidí olvidarme de todo, pasar un día alejado de la
ciudad y entrar en contacto con la naturaleza.
Decidí
irme al rio y pasar la noche allí, ya que no se encontraba muy lejos. Salí de
mi casa, me eche la bendición y así partí rumbo al rio. Caminando pase por un
lugar llamado la ladrillera, llamado así porque en ese lugar elaboran
ladrillos, bajando, una brisa recorrió todo mi cuerpo, presentí algo y sentí
miedo, pero seguí caminando.
Cuando
llegue al rio, construí una casita con material de la zona; me acomodé y me
propuse pasarla bien. Me bañe, me puse a pescar para preparar mi comida,
llegando la noche, me acosté y entrando la madrugada; el roció no me dejaba
dormir, sentía frio y me desperté.
Salí
de la casa y me dirigí al rio, de pronto vi dos unicornios corriendo por las aguas, no lo creía; quizás
era mi imaginación; pero al darme cuenta que no era así sentí miedo, ingresé a
la casa, me tapé de pies a cabeza y sentía como la noche no terminaba y así fui
viendo más cosas, sirenas, espíritus que reían.
En
ese momento salí corriendo, no recogí nada; solo la colcha con la que me estaba
tapando del frio que recorría todo mi cuerpo. Saliendo del rio escuchaba que me
llamaban pero no hice caso. Corriendo ingresé en la ladrillera, el camino era
largo y no veía la luz al final del camino y mis pasos se hacían pesados y las
horas no pasaban; mi corazón latía muy fuerte, de pronto todo se oscureció y no
sentía mi cuerpo, una neblina me envolvió; no supe nada de lo que paso durante
ese tiempo.
Desperté
en mi cuarto, no supe como llegué, hasta el día de hoy; solo digo que fue un
sueño de domingo 7.
(*)
Estudiante del Segundo Ciclo de Producción Agropecuaria del Instituto de
Educación Superior Tecnológico Público, “Centro de Formación Profesional Binacional”, Mallares, provincia
Sullana, Piura-Perú
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