Autora: Ingrid
Carrasco Oliva (*) 11 octubre 2012
Se Trata de una familia
que tenía una hija. Ellos eran dueños de una
parcela muy conocida en la Ciudad de Guadalupe.
Era un día triste y silencioso, llegó un chico llamado Cristian,
el era un chico respetuoso, muy humilde, de muy bajos recursos económicos, a
pedirle al Papá de la joven trabajo. El
señor se lo dio y le ofreció como
campesino.
Pasaron los días y Cristian se fue haciendo muy amigo de la hija de su patrón.
Ellos se estaban dando cuenta, de que se estaban enamorando. Pero la Chica sabía
que si, su Papá se enteraba de esta relación era capaz de despedir a Cristian,
algo que ella no quería.
Entonces en una tarde
hermosa ellos, fueron a su lugar, el más preferido por ellos. Aquella joven muy triste le dijo que,
lo mejor era que todo terminé, aunque su “Corazón” no lo quiera así. Cristian
se puso muy triste, se quedo callado por unos minutos y le respondió que es algo que no quiere, porque
el realmente la ama y que no le importa lo que diga o haga su padre. Que la
única persona que le importa es ella.
Ella al escuchar todo esto, con sus ojos tristes y llenos de lágrimas,
le dijo: que no haga las cosas más difíciles y que no podían estar juntos, era
algo que sus padres nunca aceptarían y que la deje ir…
Cristian respondió que si ella, lo quería así lo aceptaría, pero
antes que todo se marcharía de la parcela, porque no podía estar en el mismo
lugar, donde se encontraba la persona
que el amaba y del cual se había enamorado. Con un beso muy fuerte y una mirada,
triste se despidió y se marcho…
(*) Estudiante del Segundo Ciclo
de Administración de Negocios Agropecuarios del Instituto de Educación Superior
Tecnológico Público, “Centro de Formación
Profesional Binacional”, Mallares, provincia Sullana, Piura-Perú
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