Autor: Eder Reto Agurto (*) 10
octubre 2012
Una
vez soné que me encontraba en un bosque, estaba solo, no me era conocido ese
lugar, tuve miedo, ya empezaba a oscurecer, entonces decidí caminar; habían dos
caminos, no sabía cuál elegir, después de tanto pensarlo me decidí por el de la
derecha.
Yo
caminaba con miedo, se escuchaban los ruidos de los animales que habitaban
aquel bosque, justo en medio del camino, había un perro, era uno bien flaco,
todo zarrapastroso y de media estatura, tenía miedo avanzar, yo pensaba y me decía:
¿Y si me ataca? ¿Y si tiene rabia?; sin embargo, el perro vino a mi encuentro,
se apoyó sobre mis piernas y empezó a moverme la cola y empezó a lamerme, creo
que le caí en gracia.
Así
que juntos continuamos nuestro camino, yo me sentía más calmado, ya no sentía
temor, porque ahora tenía a alguien que me acompañe, así caminamos un buen
rato, creo que fueron unos 20 minutos, en eso se apareció otro perro, pero este
en cambio era robusto, bien enorme, yo volví a sentir miedo, el perro tenía
unos enormes dientes, se lanzó sobre mí, pero el perro que venía conmigo me
protegió, empezó un enfrentamiento, los dos perros se atacaban y yo no sabía
qué hacer, estaba hipnotizado, pasmado por todo aquello, notaba como mi cuerpo
no reaccionaba a las órdenes de mi cerebro, de pronto me vino el alma al
cuerpo, vi como el perro atacaba con una ferocidad al otro, quería hacer algo para ayudar pero no sabía
cómo, mire a mi alrededor y vi un pedazo de tronco, lo cogí y con una fuerza
que no sé de donde me salió, empecé a golpear a la bestia, después de tanto
golpearlo, este huyó, mire atrás y vi al perro pequeño tirado en el suelo,
estaba mal herido, lo cogí y lo apoyé entre mis brazos.
Seguí
mi camino, luego encontré un pequeño arroyo, me detuve a beber agua, lo apoye en
el suelo con mucho cuidado y con mis manos cogí un poco de agua y le di de
beber, luego empecé a lavarle las heridas, el me miraba, en su mirada pudé
notar mucho dolor, me sentía triste.
Fui
en busca de algo para comer, encontré dos frutas que no reconocía, no sabía si
eran venenosas o comestibles, pero no lo dude y las recogí, tenía tanta hambre,
comí una y la otra se la llevé. Al regresar no lo encontré, mire a mi
alrededor, pero no había señal de él.
-Me
pregunte: Y si hubiese elegido el otro camino, que cosas me hubieran pasado,
creo que fue la mejor elección porque quizás en el otro camino iba a encontrar
mayores dificultades, y no iba a encontrar a alguien que me ayude a
enfrentarlos.
(*) Estudiante del Segundo Ciclo
de Producción Agropecuaria del Instituto de Educación Superior Tecnológico
Público, “Centro de Formación
Profesional Binacional”, Mallares, provincia Sullana, Piura-Perú
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