jueves, 11 de octubre de 2012

MI PROTECTOR



Autor: Eder Reto Agurto  (*) 10 octubre 2012

Una vez soné que me encontraba en un bosque, estaba solo, no me era conocido ese lugar, tuve miedo, ya empezaba a oscurecer, entonces decidí caminar; habían dos caminos, no sabía cuál elegir, después de tanto pensarlo me decidí por el de la derecha.

Yo caminaba con miedo, se escuchaban los ruidos de los animales que habitaban aquel bosque, justo en medio del camino, había un perro, era uno bien flaco, todo zarrapastroso y de media estatura, tenía miedo avanzar, yo pensaba y me decía: ¿Y si me ataca? ¿Y si tiene rabia?; sin embargo, el perro vino a mi encuentro, se apoyó sobre mis piernas y empezó a moverme la cola y empezó a lamerme, creo que le caí en gracia.

Así que juntos continuamos nuestro camino, yo me sentía más calmado, ya no sentía temor, porque ahora tenía a alguien que me acompañe, así caminamos un buen rato, creo que fueron unos 20 minutos, en eso se apareció otro perro, pero este en cambio era robusto, bien enorme, yo volví a sentir miedo, el perro tenía unos enormes dientes, se lanzó sobre mí, pero el perro que venía conmigo me protegió, empezó un enfrentamiento, los dos perros se atacaban y yo no sabía qué hacer, estaba hipnotizado, pasmado por todo aquello, notaba como mi cuerpo no reaccionaba a las órdenes de mi cerebro, de pronto me vino el alma al cuerpo, vi como el perro atacaba con una ferocidad al otro,  quería hacer algo para ayudar pero no sabía cómo, mire a mi alrededor y vi un pedazo de tronco, lo cogí y con una fuerza que no sé de donde me salió, empecé a golpear a la bestia, después de tanto golpearlo, este huyó, mire atrás y vi al perro pequeño tirado en el suelo, estaba mal herido, lo cogí y lo apoyé entre mis brazos.

Seguí mi camino, luego encontré un pequeño arroyo, me detuve a beber agua, lo apoye en el suelo con mucho cuidado y con mis manos cogí un poco de agua y le di de beber, luego empecé a lavarle las heridas, el me miraba, en su mirada pudé notar mucho dolor, me sentía triste.

Fui en busca de algo para comer, encontré dos frutas que no reconocía, no sabía si eran venenosas o comestibles, pero no lo dude y las recogí, tenía tanta hambre, comí una y la otra se la llevé. Al regresar no lo encontré, mire a mi alrededor, pero no había señal de él.

-Me pregunte: Y si hubiese elegido el otro camino, que cosas me hubieran pasado, creo que fue la mejor elección porque quizás en el otro camino iba a encontrar mayores dificultades, y no iba a encontrar a alguien que me ayude a enfrentarlos.

(*) Estudiante del Segundo Ciclo de Producción Agropecuaria del Instituto de Educación Superior Tecnológico Público, “Centro de Formación  Profesional Binacional”, Mallares, provincia Sullana, Piura-Perú

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