domingo, 14 de octubre de 2012

Una noche trágica


Autor: Eddy Sullón Ramos (*) 13 octubre 2012

Cierto día mientras atardecía, todos los animales del bosque se preparaban para dormir, las aves regresaban en bandadas después de haber tenido un arduo día, pues habían recorrido varios kilómetros en busca de alimento; los venados cobijaban sus crías y lamiendo sus cuerpos hacían que éstas se duerman, las leonas parpadeaban mirando a sus cachorros que correteaban jugando fuera de la guarida y así todos se preparaban para recibir la noche; aquella noche que no sería igual a las anteriores.

Ese dia ningún animal se había peleado con otro, todo había sido pacifico, incluso se le vio al león correteando con un venado, a una serpiente acariciando los hijuelos de la paloma dejando deslizar su cuerpo frio y suave sobre el cuerpecito de los mismos, sin causarles daños. Estas y otras escenas tiernas se reflejaron ese dia, todo había sido una convivencia armónica hasta que cayó la noche, esa noche aterrante en la que todas las crías con una mirada tierna, se cobijaban temerosos bajo el abrigo de sus madres, al escuchar el aullido de los lobos que constantemente se escuchaban, haciendo estremecer con su eco el ambiente tenebroso que se respiraba.

El sonido de los arboles remeciéndose por el fuerte viento, parecía advertir algo, todos tenían sensaciones temerosas, pero la noche siguió avanzando y todos empezaron a dormirse; se sintió un largo silencio y una profunda serenidad; claro, los que se encontraban despiertos eran los búhos, que un poco espantados observaban todo y con su desarrollado olfato, percibían el olor a muerte y dejaban escuchar sus cantos como siempre suelen hacerlo cuando alguien está a punto de morir.

De pronto, en la oscuridad se dejó ver la silueta de un animal, al que todos en el bosque le temían, pues su ataque era mortal, presentaba unas armas defensivas, que ningún otro animal poseía, pero para sorpresa de los búhos, no venia solo sino con un grupo de los de su especie. De pronto se escucharon varios estruendos a la vez, que hicieron huir despavoridos a muchos animales sin sus crías, la madre naturaleza que también había observado lo sucedido, dejo caer grandes gotas de agua sobre la copa de los arboles del bosque inundando en minutos el lugar.

Todos los animales huyeron a las zonas altas y abandonaron sus refugios; huían aterrados por los sonidos que se escuchaban y porque cada sonido emitido cobraba la vida de algún animal del bosque. Cada uno corría  por salvar su vida y cuando llegaron a los cerros se dieron cuenta que a muchas madres les faltaban sus hijos, en ese momento se reflejaron escenas de dolor, las madres dejaban escuchar gritos desgarradores al ver que sus pequeños hijos habían sido víctimas de un ataque cobarde  y se sentían impotentes al no poder hacer algo contra aquellos animales culpables de esa cruel y sangrienta escena, pero la madre naturaleza que siempre defiende lo suyo, dejo caer rayos sobre el bosque, matando a algunos de estos animales, mientras otros morían ahogados en los pantanos, pues sin darse cuenta en la oscuridad, habían caído en estos; la serpiente haciendo su parte se acercaba sigilosamente y se lanzaba sobre alguno de ellos causando heridas mortales con su poderoso veneno.

De esta manera se cobraba la vida de las pequeñas crías que habían muerto aquella noche, pero a pesar de esto el dolor del corazón de las madres, no disminuía, sino que se incrementaba al dia siguiente al ver a sus pequeñas crías ser arrastradas por las corrientes de agua, con heridas de bala. De todo ese grupo de animales destructores, solo sobrevivió uno, que reflexionando sobre el daño irreparable que habían causado optó por ponerse su misma arma a la altura de su cabeza y disparar contra él, pues creyó que era la única forma de pagar las consecuencias de sus actos.

(*) Estudiante del Segundo Ciclo de Producción Agropecuaria del Instituto de Educación Superior Tecnológico Público, “Centro de Formación  Profesional Binacional”, Mallares, provincia Sullana, Piura-Perú

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