Por: Javier Alexis
Sandoval Ramírez
Era
un día domingo 28 de enero, domingo en familia sin saber que en otro lado sufrían
unos familiares nuestros…
Eran
exactamente las 3 de las tarde y estábamos reunidos casi la mayoría de la
familia donde mi abuela en el Centro Poblado de Mallares, cuando de pronto mi
papá recibió un llamada de mi tía desde Talara dándole una mala noticia: MI
PRIMO HABIA MUERTO.
Mi
familia no sabia nada, excepto yo porque en ese entonces estaba muy pequeño y
no sabia que tan grave era esta situación, cuando lo veo llorar a mi papa, yo
pregunté ¿Qué pasa? Me dijo nada, no pasa nada. Yo no le creí porque se notaba
triste. De repente mi papá me dice, llama a tu mamá, yo obedeciendo la llamé…
ella también lloró y preguntaba ¿Dónde ha sucedido? ¿Cómo? ¿Porqué?. No
entendía nada pero mi mamá pensaba que lo habían matado cuidando mi casa en
talara, por que el se ganaba una propina.
Todos
lo comenzábamos a saber, uno por uno, siendo muy discretos por mi abuela, ya
que ella sufría de la presión, no sabíamos como decírselo pero el motivo había
sido diferente a lo que pensaba mi mamá.
Cuando
mi abuela nos vio muy tristes de un momento a otro, pues habíamos estado en
plena chacota si se podría decir así, entonces nos dijo que le expliquemos el
motivo. Finalmente tuvimos que decírselo, pero le pedimos que se tranquilizara,
aunque lo que logramos fue ponerla más nerviosa.
Le
dijimos que había muerto Pedro, era el mayor de todos sus nietos, ella rompió
en llanto y nos dijo: ¿Cómo murió mi pepito díganmelo? Le explicamos que el
había estado en la playa y que no se había percatado que la marea estaba alta y
había chocado con uno de los tubos de petróleo que habían en esa zona. Ella no
lo podía creer, bueno nadie de la familia lo creía pero eso no era lo mas
trágico, por que a pesar que llevaba ya horas desaparecido en el mar este no lo
devolvía, eso nos entristeció mas lo que nos obligó a que todos alistemos
nuestras cosas para viajar inmediatamente al lugar de la tragedia.
Una
vez estando en talara nos informaron que tuvieron que arrojar ropa que el había
utilizado antes de perderse para que este lo devolviera. En el lugar todo era
muy triste, y cuando vimos a nuestros tíos rompimos en llanto porque era algo
inesperado, luego cuando lo trasladaban de regreso a casa, nos entristecimos
mucho tanto que no nos importó los costos, solo queríamos ver por ultima vez a
“pepito”.
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