Por: Ángel Arizaba More
Un
cierto día domingo 23 de abril del año 2009, mis padres salieron de
compras a la ciudad de Sullana donde escogieron
la mejor bicicleta a un precio muy tentador, esta era de color rojo con chispas
negras y de estructura metálica.
Era
una bicicleta de buena marca, montañera, con frenos de aluminio muy precisos y
exactos con el asiento esponjoso y de cuero de color rojo con plomo, el timón
era impresionante de color crema, catalina de un acero inoxidable, y unos
cambios que hacían subir las pendientes más altas.
Era
una excelente bicicleta, con aros de aluminio. Esta bicicleta sí que era súper
chévere, era la bicicleta que tanto había soñado y ahora se hacía realidad mi
sueño, gracias a mis padres.
Cuando
mis padres retornaron de Sullana, yo los
esperaba en casa e inmediatamente ni bien observé la bicicleta salí en ella a
dar vueltas por las calles, esto se me hizo costumbre. Me sentí muy feliz con
aquel hermoso regalo de mi vida: La bicicleta.
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