Por: Roberto Carlos farfán sunción
Domingo el día más esperado por mí ¿para?. Pues para descansar, jugar futbol y en la
noche ir con mi novia a bailar a un quino (quinceañero) donde estaba de pareja.
El día estaba totalmente planeado. Hasta los pajaritos cantaron lindo cerca de
las 8:30 de la mañana. Mientras yo seguía en la cama mi papá se me acerco y me
dijo Roberto tienes que ir a ver pasto para la burra porque toda la semana no
ha comido nada te llevas la hoz y cortas dos tercios.
Pucha, me ardía el cuerpo de cólera pero poco a poco se
me pasó, definitivamente el descansar y el jugar futbol se había postergado
pero gracias a Dios me quedaba el baile.
Me puse de pie, me di la bendición por ser un bonito día,
desayuné y me dirigí a ensillar a la burra para ir a la chacra a traer pasto, la ensillé, pero no tuve en cuenta que la
rienda no estaba en buen estado pues estaba a punto de arrancarse. No importa
dije a la vuelta lo arreglo, mientras mi papá me dijo ten mucho cuidado hijo.
Yo le dije tranquilo viejo guárdame para la noche 20
Lucas, (soles) que quiero para ir a bailar. Mi padre no podía decir que no, por
que se iba cobrar y más aun por que había dañado el día la única opción de
descansar.
Ya en ese momento me monté en la bestia y arranqué a una
velocidad terrible. Escuché decir a mi padre
“ya se cayó ese cojudo”. Corriendo, corriendo eso si me gustaba la gente
del pueblo me gritaba vamos Roberto, yo me sentía un vaquero de repente escuché
el sonido de la rienda que al instante se arrancó. Yo caí al suelo, en un
espinera y en un montón de ceniza, en unos minutos quede inconsciente, la gente
al verme corrió y al saber que estaba bien comenzaron a burlarse, luego me
dirigí a casa donde se repitió la misma escena lo peor es que me mandaron a ver
otra vez pasto en bicicleta para mi mala suerte se cruzó una serpiente y volví
a caer a otro espinera donde todo mi cuerpo incluido mis “nachas” tenían espinas.
Volví a mi casa y me fui a dormir, cuando desperté mi
novia me llamó para ir al “quino”, yo le dije que en un momento estaría por el “quino”,
pero cuando quise levantarme una espina se me había incrustado en la rodilla lo
que impedía caminar así que no fui.
Al día siguiente la chica me “mandó a volar” porque la
había dejado plantada y yo no le dije nada porqué estaba seguro que no me iba a
creer. Fue un día de aquellos que nunca quisieras recordar.
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