Escribe:
María Ojeda Córdova (*)
Cierto día mamá se sentía muy frustrada por cosas que le
estaban pasando. Ella lloraba y a mí se me partía el corazón verla así. Darle
aliento no podía porque en ese momento yo era aún una niña, solo la abrazaba y le decía mamá te
quiero, pero ella seguía llorando cada vez más y más entonces fue cuando le
pregunté
¿Qué te sucede mami, porque lloras?
La respuesta de ella solo fue, me duele la
cabeza hija, no te preocupes y me mandó con tanto carácter a estudiar, en ese
entonces como era una niña me limitaba a
jugar y jugar cada tarde después de regresar de clases.
Mi interés mayor era jugar y comer, a mamá la
saludaba al despertar cada mañana, la
abrazaba, la besaba, y me iba a la escuela. Ella mientras estaba delante de mí siempre sonreía y no me daba preocupación. Así era mi rutina durante mi educación inicial.
Pasaron los años, fui creciendo, hasta que ingresé a la educación primaria, luego me tuve que cambiar de escuela porque a mamá
ya no le alcanzaba el dinero para pagar mis estudios.
Era otra gran historia en ese lugar porque no
conocía a nadie tenía que adaptarme
nuevamente, es cierto que ya no lloraba
como en la escuelita inicial, pero extrañaba a mis amigos. Cada día me molestaba con mamá
por haber hecho eso, pero me molestaba con ella sin siquiera preguntarle cual
era el motivo de mi cambio de escuela.
Pasé el primer año, luego el segundo hasta casi
finalizar mis estudios de primaria sucedió algo que aún recuerdo con mucha
nostalgia.
Fue el día de fiesta de navidad aun lo recuerdo.
Regresé a casa bien emocionada, pero
encontré a mi madre acostada en la cama que ya casi no podía respirar,
me asusté mucho y llame al doctor que nos atendía siempre, entonces él llegó y me mandaron a comprar algunas pastillas que
supuestamente debía tomar mi mamá. Cuando regresé a casa el doctor ya estaba de
salida, entonces le dije, ¿Doctor que es lo que tiene mi mamá?
Él solo se limitó a responder, hija, a ella solo
le duele la cabeza por el trajín que hace, y me volvía a repetir la misma historia que
simplemente era UN DOLOR DE CABEZA.
Yo ya tenía doce años y ya no me creía ese
cuento, cada día al regresar de clases,
me tardaba un poco porque me regresaba por el internet investigando sobre los
dolores de cabeza, pues ella me
preocupaba tanto, ya que era lo único que tenía, a papá no lo cuento porque él nos
abandonó cuando yo nací.
Así así pasaban los días, las semanas los meses
y los años mamá cada día iba empeorando, yo cursaba el quinto año de secundaria y aun no me enteraba
que era lo que tenía mi madre, un día al regreso de clases no la encontré en
casa, me preocupe por que ella estaba mal y al no encontrarla en casa me
preocupé.
Me senté y la esperé hasta que llegara, siendo
las 4:30 de la tarde ella llegó y la
enfrenté, le dije que yo ya no era una
niña para que me siga ocultando su enfermedad. Entonces solo le quedó responder
con la verdad. Me dijo, hija tengo CÁNCER y solo me quedan días de vida.
Esta noticia fue el peor dolor que podía existir
en mí. No podía dejar que suceda esto, que mamá se me muera, Pero también había algo muy claro que yo sabía,
que ya no podía hacer nada, solo me quedó brindarle amor lo más que pude,
abrazarla y decirle cuanto la quería y la adoraba. Le daba días alegres hasta
que se cumpla el tiempo que el médico le había pronosticado.
Cada día que pasaba era uno menos para ella y
para mí también, yo lloraba cada noche, ya no podía asistir a clases por no
dejar sola a mi madre pues no había quien la cuide.
Mis abuelos siempre vivieron lejos de ella, yo
no sabía cuándo mamá iba a partir y no
quería saberlo tampoco pero llegó el día
más triste, mamá falleció y me quedé sola, no sabía que hacer pero me di fuerzas
para lograr terminar los meses que me faltaban.
Llegó diciembre y terminé, no hice viaje de
promoción porque no alcanzaban mis recursos pero gracias a mi esfuerzo ocupaba el primer puesto
en todos mis estudios.
La directora de la escuela, me gestionó una
beca para estudiar en EE.UU, yo muy
alegre solo rogaba a Dios cada minuto para que aprueben esa beca y seguir
estudiando como mamá lo hubiera querido. Quería estudiar Medicina para ayudar a
las personas que más lo necesitaban, solo así
superaría la muerte de mamá, tuve tanta suerte que me otorgaron la beca
y viajé.
Ahora ya han pasado diez años y yo sigo aquí, ya vivo
en EE.UU soy una gran doctora muy reconocida y me siento muy contenta porque a
pesar de que mamá no se encuentra conmigo, ella hubiera estado tan orgullosa de
mí, solo le agradezco a Dios por brindarme una oportunidad cada día y por darme
a la mejor mamá del mundo.
(*) Estudiante del segundo ciclo de la carrera técnica de Administración de Negocios
Agropecuarios del Instituto de Educación Superior Tecnológico Público “Centro
de Formación Profesional Binacional”, ubicado en el distrito de Marcavelica,
provincia de Sullana, Región Piura, Perú.
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