martes, 7 de noviembre de 2017

Mi hermano camote

Autor: Ana Jackeline Saldarriaga Zapata

No te vi llegar a casa, no te pude acariciar desde el primer momento que llegaste a casa; no pude oír tus quejidos de cachorro por las oscuras y silenciosas noches. Pero hay algo que si pude hacer: fue quererte y amarte un montón, desde que vi tu foto, que me la enviaron vía whatsapp.

Allí estabas tú pequeñito, parecías una bola de lana negra aunque no de aquellas lanas esponjosas, ya que tu pelaje era de color negro. Esperaba con ansias que llegase el día miércoles de salida para poder ir a casa, y abrazarte y poder acariciar tu húmeda y pequeña nariz que parecía un botón de ropa, la cual era de color negro.

El gran día llegó diciendo: ¡día miércoles al fin! Ahora si, luego que terminen mis clases saldré corriendo del salón, para no perder tiempo y poder llegar rápido a casa de mi tía, llegué apresurada  me bañé, y almorcé. Sin perder tiempo lave los platos, me cepillé los dientes, me cambié y salí rumbo a mi querida casa. Pensaba e imaginaba en el camino como seria la experiencia de tenerte entre mis brazos y poder acariciarte.

Al fin llegué a casa saludé a mamá, papá y mi hermana. ¿Dónde está el pequeño? –pregunté.
_ Allí está en la tina (lavador) verde, respondió mi mamá.

Lo observé, era hermoso estaba dormido envuelto en trapos que mantenían su cuerpecito caliente. No tardó  en levantarse de su profundo sueño, ¡y vaya que era lindo y pequeñito!. Era de estatura pequeña, casi como de porte de un pequeño peluche; su pelaje era de color negro con una pinta blanca en la frente, la que recorría hasta su barriga, su hocico era pequeño de color negro, nariz negra y de tamaño de un botón. Sus lindos ojos brillantes y tiernos que ofrecían paz; sus pequeñas orejas erectas. No dudé en abrazarlo y tocarle su húmeda nariz. Se preguntaran que nombre le puse, pues este fue: ¡Camote!.


A muchos su nombre le da risa y me preguntan ¿por qué le pusiste ese nombre?.  Le puse así porque le encanta comer camote, y sobre todo su cáscara.

Ahora ya han pasado cuatro meses y camote ya creció, su pelaje ha cambiado, es de un color tierra con pintas negras, pero su tierna mirada y sus manchas en la cabeza y barriga no cambian, las sigue manteniendo; sus orejas ya no son pequeñas, son grandes y ya no son erectas se encuentran un poco decaídas.

Sus patas son de color blanco como si tuviese botines, su hocico es ahora de color blanco, tiene en su cuello una cadenita hecha de trapo de color roja. Pero no me importa que siga creciendo aun así lo seguiré queriendo por sus millones de travesuras, ya puede subir a mi cama y levantarme muy temprano oliéndome con su húmeda y fría nariz.

En verdad camote no lo considero como mi mascota, pues para mi es mi fiel y travieso hermano camote.


Estudiante del Segundo Ciclo de la Carrera Técnica de Producción Agropecuaria del Instituto de Educación Superior Tecnológico Público “Centro de Formación Profesional Binacional”, ubicado en el distrito de Marcavelica, provincia de Sullana, Región Piura, Perú.

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