Escribe: María del
Rosario Ojeda Córdova
En sitios lejanos había un caserío muy
hermoso llamado Cascajal, este es el lugar donde yo nací y compartí los mejores
momentos de mi vida, pero también algo muy triste en aquel tiempo, pero reflexivo ahora, era la escasez de agua.
Te contaré mi historia
Yo vivía con mamá, papá y mis hermanos
teníamos nuestra chacra y de la producción de esta nos alimentábamos pero hubo un gran problema. Fue un día cuando
las lluvias fueron demasiado fuertes y el agua de los ríos se salieron de su
cauce, arrasando todo lo que encontraba a su paso, entre ellas, las cañerías de
agua potable. Desde aquel momento nos quedamos sin agua.
Solo nos quedaba esperar que vuelva a llover,
es por eso que era tanta la emoción cuando los días eran muy lluviosos, y los
ríos crecían. Aún recuerdo cuando mis amigos me llevaban a mirar el rio, y todas
las mañanas cogía mis porongos y me iba a ver agua para que mamá cocinara, esa
era mi rutina antes de irme a clases.
Pero llegó un tiempo en que el río se secó
entonces ya no teníamos agua, lo único que nos quedó fue hacer pequeños huecos en
lugares diferentes hasta encontrar un punto de agua, bueno lo encontramos y nuestros
papás se encargaron de perforar un pozo y de ese pozo de agua sacábamos el agua
para nuestros hogares.
Todo esto lo vivimos por un buen tiempo hasta
que lograron de nuevo instalar agua potable en cada casa.
Esta fue una experiencia que viví, comparado
con algunas ciudades donde el agua la desperdician lo más que pueden. Aprendamos
a valorar algo muy fundamental para nuestras vidas y para la de todos los
existentes.
Aun extraño mi lindo campo.
(*) Estudiante del segundo ciclo de la
carrera técnica de Administración de
Negocios Agropecuarios del Instituto de Educación Superior Tecnológico Público
“Centro de Formación Profesional Binacional”, ubicado en el distrito de
Marcavelica, provincia de Sullana, Región Piura, Perú.
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