Escribe: Gleiser Adán Pintado Carhuapoma (*)
Había una vez un hombre
muy adinerado llamado Gerardo, que le
gustaba humillar a la gente por sus condición económicas precaria.
Gerardo vivía en una mansión
muy lujosa y tenia las mejores cosas al alcance de su mano. Era el dueño y
señor de aquella mansión. Tenía sus peones, sus sirvientas que hacían que su
vida fuera muy fácil.
Cierto dia mientras cabalgaba
por las riberas de un rio se encontró con una hermosa joven llamada Julia.
Gerardo quedó muy encantado de verla pero su orgullo fue mas poderoso que el y
no le dirigió la palabra a aquella joven por ser pobre y pensó seguro es otra
más de esa gente pobre y muerta de hambre como todos.
Al llegar a su lujosa
mansión no podía dejar de pensar en aquella chica y se decía, seguro que este capricho ya se me pasará.
Al dia siguiente fue otra
vez por la misma ruta del día anterior con la esperanza de encontrarla, pero
grande fue su sorpresa al encontrarse con uno de sus peones que intentaba
aprovecharse de la pobre e inocente julia. Al ver lo que ocurria no le importó nada
y saltó en enseguida de su caballo para defender a la chica que habia conocido
el día anterior.
Enfurecido con la
actitud de su peón le impactó con su puño una y otra vez en la cabeza de aquel
hombre hasta dejarlo inconsciente. Luego fue donde estaba Julia y le preguntó:
-¿Te ha hecho daño este
infeliz?
Julia asustada dijo:
-Gracias a Dios sólo
tengo unos pequeños moretones. Gracias por haber llegado a tiempo y defenderme porque
de no ser por usted ese hombre pudo haberse aprovechado de mi.
A lo que él respondió:
-No te preocupes por eso
más bien para la próxima procura que te acompañe alguien que te pueda defender para
que no te vuelva a ocurrir lo mismo.
Julia agradecida con el
acto del noble hombre no se le ocurrió mejor idea que invitarlo a almorzar a su
casa.
La reacción negativa de
Gerardo no se hizo esperar diciéndole:
-No te confundas
muchacha que si te he defendido es porque no podía permitir la conducta
negativa de mi peón, no por otra cosa en particular.
Aunque su corazón decia
todo lo contrario que su accionar de defenderla no solo era porque intentaban hacerle
daño si no que se estaba enamorando de aquella hermosa joven.
Gerardo muy molesto por
el accionar de su peón al llegar a su casa lo despidió de inmediato.
Pasaron los días y no
dejaba de pensar en aquella chica y decidió dejar de lado sus diferencias y atreverse a hablarle a julia y expresarle
sus sentimientos que sentía por ella. Cierto día como lo había hecho en
repetidas ocasiones la encontró.
Estaba nervioso, al
tenerla tan cerca se atrevió a declarársele teniendo una respuesta positiva por
parte de Julia.
Gerardo desde aquel día
cambio su actitud grosera que tenía, dejó de tratar mal a las personas y vivió
feliz al lado de su amada para toda su vida.
(*) Estudiante del segundo
ciclo de la carrera técnica de
Administración de Negocios Agropecuarios del Instituto de Educación Superior
Tecnológico Público “Centro de Formación Profesional Binacional”, ubicado en el
distrito de Marcavelica, provincia de Sullana, Región Piura, Perú.
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