Escrito
por: Yadira Medina Soto
Me encuentro aquí de vuelta
en mi viejo barrio camino a casa con
unas ganas infinitas de volver a ser niña para tener más tiempo con mi madre.
Se llama Ángela y hace
merito a su nombre por sus actitudes de ángeles celestiales, es hermosa y de
piel morena como la mía, me encantan sus ojitos azabache y su bello pelo largo
rizado que tanto amo. Más allá del físico lo que la hace bonita es su corazón
lleno de una pureza bendita.
Cada vez que la miro
agradezco al cielo por su presencia, a Dios por dármela y a la vida por
mantenerla a mi lado.
Sé que soy la mujer más
afortunada por aún gozar de su compañía, por sentir esos delicados besos cual
pétalos de rosa que acarician mi frente y mis mejillas.
Es que es tan normal y a
la vez tan diferente, es sencillamente tan especial que ilumina mi mente… es el
amor de mi vida ella si lo sabe y se lo diré siempre así la voz se me apague.
Es el ángel que me guía
de noche y de día, oír esa melodiosa voz me llena de alegría. Cada madre tiene
algo especial y no hay dos en la
vida pero estoy segura que la mejor en
el mundo es la mía.
Sus ojos de lucero solo
muestran su sinceridad, su sonrisa radiante hace competencia con el sol, estar
a su lado se siente tan bonito, sus abrazos tan fuertes te dan calor.
Con solo admitir que es
el ser más bello que yo haya conocido en este universo; es inteligente porque
siempre sabe cómo resolver las cosas, juro que en la vida no conocí a una mujer
tan trabajadora, que duerma solamente un
par de horas y que vele por los suyos aunque a veces crea, que no la valoran. Reza
cada noche por todos los que ama, y despierta con una sonrisa cada mañana.
A pesar de las tristezas
siempre emana felicidad y nos contagia de alegría solo con una mirada.
Es como una caja de
sorpresas, pues tiene muchas destrezas no hay chef que le haga competencia cuando
de comida se trata; sabe coser y tejer, sabe cantar y hasta sabe hacer los
pasteles mas deliciosos.
Es la más bonita comediante cuando nos ve
tristes, se convierte en enfermera cuando nos enfermamos, la hizo de profesora
cuando yo no entendía y hasta de guardaespaldas pues me cuidaba día a día.
Hoy añoro algunas cosas,
porque ahora ya crecí y me alejo poco a poco del lugar donde nací; la veo poco y no lo
puedo evitar, tengo que acostumbrarme a esta realidad.
Mi madre no me falta
pero la extraño mucho… quisiera volver a vivir a su lado y que me cante al oído
con mucha delicadeza un “duérmete mi niña”.
El tiempo pasa y ya soy
adulta, mi madre envejece pero no pierde su ternura, aunque su cabello se torna
blanco y sus manos tienen arrugas.
Lo que no pierde es la
esencia de su amor porque en cada visita aun siento ese calor. Estoy agradecida
porque es la responsable de lo que hoy en día soy; porque me dio sus alas para
cruzar horizontes, porque lo comprende todo escuchando en silencio, por darme
su vida su espacio y su aliento.
No encuentro el modo de
expresar todo este amor rotundo porque mi madre es la mejor en el mundo.
Estudiante
del Segundo Ciclo de la Carrera Técnica de Producción Agropecuaria del Instituto
de Educación Superior Tecnológico Público “Centro de Formación Profesional Binacional”,
ubicado en el distrito de Marcavelica, provincia de Sullana, Región Piura,
Perú.
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