Escribe:
Lisbeth Mena Farias (*)
Había una vez una familia muy humilde conformada
por mamá, papá y unas hermosas gemelas que vivían en un pueblito muy pobre, pero en la parte detrás de la casa había un
hermoso jardín de flores y rosas de las más hermosas que jamás nadie había
visto.
Un día al ocultarse el sol, las pequeñas fueron
corriendo a su hermoso jardín y se pusieron a cantar y se sorprendieron mucho
porque esas rosas les respondían con tan bellas melodías, las niñas muy
sorprendidas se entraron a la casa corriendo muy asustadas.
Al siguiente día volvieron e hicieron lo mismo y
de nuevo las flores les respondían con tan hermosa melodías pero esta vez las
niñas no tuvieron miedo y siguieron cantando con las flores. Cada día que
pasaba, cada parte del jardín empezaba a ponerse muy lindo, de la nada
aparecían hermosas piedras brillantes en el pequeño riachuelo que había por las
rosas.
Las niñas muy alegres volvían cada día después
de que todos estaban ya descansando y hacían día tras día lo mismo, hasta que
un día una de las pequeñas gemelas enfermó y tuvieron que llevarla a la
ciudad y hospitalizarla, porque la niña
tenía una enfermedad muy costosa.
Papá no sabía cómo tendría que pagar todo lo de
la enfermedad de su hija, porque eran muy pobres y su único sustento era su
ganado, por lo que dejaron a la niña en el hospital para venir a su pueblo a
tratar de conseguir el dinero.
Mientras tanto la otra gemela fue corriendo a
ver las rosas, ella le contó a sus flores todo lo que estaba pasando, muy
triste empezó a cantar y a llorar por su hermana y de repente empezaron a salir
de la rosas unas pequeñas piedritas de oro. Las rosas le dijeron que esas
piedritas servirían para poder curar a su hermana y solo le pidieron a la niña
que nunca dejara de cantarles.
La niña les dijo que prometía por siempre
cantarles a la flores y fue corriendo a ver a su papá para darle el regalo que
le había dado las rosas porque querían que la gemelita se salve, para que
vuelvan juntas a cantar, que era lo que más les gustaba a la rosas y flores.
Papá sin saber que decir solamente recibió las
piedritas de oro y las llevo al hospital .Al transcurrir los días, las dos
gemelitas volvieron a estar juntas y volvieron a cantar.
Un día la curiosidad de papá lo lleva a descubrir
de donde la pequeña gemela había sacado esas piedritas de oro. Por un huequito
empezó a mirar como todo el jardín cantaba, papá se quedó asombrado y no lo
podía creer, era algo imposible, pero era verdad. Todo estaba allí eran sus
hijas que cantaban hermoso y el jardín entero les seguía las canciones.
Papá decidió contarle a mamá, pero ella no creyó nada pensó que papá
estaba loco y solo rió a carcajadas.
Al día siguiente papá llevó a mamá al jardín de
las niñas y ella no lo podía creer todo lo que papá le contaba, era verdad
y lo primero que pensó fue en decirles a
todos lo lindo que era y que sus hijas podrían llegar a tener mucho dinero si
todos se enteraban de esto. Ambos hablaron horas de horas, hasta que mamá convenció
a papá de hacerlo.
Al pasar
unos días todo estaba listo, papá y mamá habían
planeado todo para que las personas vinieran a ver este hermoso jardín y
sus hijas, las niñas muy asustadas no sabían que decir, solo hacían lo que sus
padres les decían, llegó el momento y todo estaba preparado pero las niñas no
pudieron cantar a las rosas, que lucían normal, no había nada de lo que papá y mamá les habían prometido a las personas que
habían llegado desde la ciudad hasta este
pueblito.
Al día siguiente papá les
preguntó a las gemelas por que no habían podido cantar, ellas les explicaron
que el cantar de ellas solo era en agradecimiento por haber salvado la vida de una
de ellas. Papá pensó que las niñas mentían que no lo habían hecho por hacerlo
quedar mal y entonces él fue al jardín a
ponerse a gritar de cólera y todas las rosas le contestaron que por más que él
quisiera que todo fuera como el quería, ellas solo estaban allí por sus hijas
no para hacer dinero, que ellas ayudarían siempre y cuando
todos vivieran en armonía y que siempre las niñas cantaran.
El papá muy enfadado y a la vez sorprendido de
escuchar a la flores solamente se quedó mudo y
se fue a sus casa. Al pasar los días las niñas empezaron a ponerse
tristes porque su papá ya no las dejaba ir a ver el jardín, lo que no sabía papá
era que ese jardín estaba vivo, mientras que las niñas estuvieran vivas y el no
hacía caso, todo les iba mal y las niñas cada día empeoraban y ya no sabía qué
hacer.
Decidió llevarlas a las dos al jardín y fue entonces
que las flores a punto de marchitarse derramaron lágrimas. Junto a las niñas
estaba papá y mamá, lloraron desconsoladamente porque no habían hecho caso a
algo que era tan asimilable, los padres lloraban y unas de las flores les habló
y les dijo que solamente revivirían si ellos se arrepentían de todo lo malo que
habían causado en las flores y sus hijas.
Les dijo, que sus hijas eran el jardín que
debería existir en su corazón, que si siempre pensaban en tener dinero, nunca estarían
bien, porque lo más importe debieran de ser sus hijas.
Los padres muy arrepentidos prometieron cuidar
más de ellas y dejar que sus hijas vieran el jardín, de esta manera las niñas
volvieron a vivir y las flores y rosas volvieron a florecer y todos estuvieron
felices con este hermoso final.
(*) Estudiante del segundo ciclo de la
carrera técnica de Administración de
Negocios Agropecuarios del Instituto de Educación Superior Tecnológico Público
“Centro de Formación Profesional Binacional”, ubicado en el distrito de
Marcavelica, provincia de Sullana, Región Piura, Perú.
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