Escrito por: Elybeth Smith Vargas Herrera (*)
Primera
semana, hoy cumplo una semana de nacido, que alegría haber nacido y llegado a
este mundo.
Primer
mes, mi mamá me cuida mucho, es una mamá ejemplar, ella me quiere demasiado.
Dos meses,
hoy es un día triste, me separaron de mi madre, ella se quedó muy triste al
igual que yo, y lo único que pudo decirme fue “adiós” esperando que mi familia
humana me quiera y me cuide como ella.
Cuatro
meses, he cambiado y he crecido muy rápido, soy el centro de atención en mi
nuevo hogar, hay un niño muy bueno, él juega conmigo, aquel niño me jala la
cola y yo lo muerdo jugando. Me siento tan feliz con mi nueva familia, me
quieren mucho.
Ocho
meses, soy un perro feliz, tengo un hogar muy lindo, soy muy querido aunque a
veces me regañan por hacer mis necesidades en la sala, es que no me han
enseñado donde hacerlo, pero bueno no importa, saben, creo que mi familia
humana me quiere mucho. Cuando están comiendo me convidan.
Doce
meses, hoy es un día muy especial ¿saben por qué?, hoy cumplo un año y soy un
perro lindo e inteligente ¡ay!. Que orgulloso se han de sentir de mi… hoy mi
hermanito me quito su pelota, bueno yo estaba jugando con ella, no acostumbro a
cogerle sus juguetes pero hoy se me dio por hacerlo. Yo cuando él me quito su
pelota no pude evitar molestarme y sin querer lo lastime, es que mis mandíbulas
han crecido, pero nadie me entendió. Lo más triste después de esto, es que me
amarraron y me encadenaron, bajo el sol, casi sin poderme mover, dicen que me
van a tener en observación y que soy ingrato. En realidad, no sé lo que pasa,
me siento muy solo y muy abandonado.
Quince
meses , todo ha cambiado , ya mis dueños o mejor dicho mi familia no me
toma atención, vivo en la azotea
, bajo el sol, la lluvia, la soledad, a veces a mi familia se le olvida que tengo
hambre y no me dan de comer, yo me pregunto ¿Qué esta pasando con mi familia?
Dieciséis
meses, me parece increíble, pero ha pasado mucho tiempo, hoy mi familia me bajó
de la azotea. ¿Saben?, me sentí tan feliz, que daba saltos de alegría, creo que
mi familia ya me perdonó, me subieron al carro y creí que nos íbamos de paseo
como en familia, ¡que alegría!, pero de repente en un lugar desolado y muy sólido,
el auto se detuvo, creí que ya habíamos llegado, abrieron la puerta y yo me
bajé feliz esperando que mi familia bajara del auto, pero no fue así, cerraron
la puerta y el auto arrancó, yo por un momento pensé que se habían olvidado de mí,
pero no fue así, desesperado ladraba
queriendo decir ¡esperen! ¡esperen!,
pero fue inútil no me escuchaban, me habían abandonado.
Han
pasado ya veinte meses , estoy un poco viejo y cansado , mi vida ha cambiado,
nadie me quiere , un día vi a unos niños jugando pelota, me gustó el juego y
quise jugar con ellos, me acerqué, pero ellos me corrieron a pedregones, una de
esas piedras me lastimó y perdí un ojo.
Han
pasado veintidós meses, estoy desesperado buscando el camino para llegar a casa,
pero nunca lo encontré. En el sendero hay pocas personas que a veces me dan de comer,
y yo les agradezco con una dulce mirada
y desde el fondo de mi alma yo en realidad quisiera que me adopten y ser parte
de una nueva familia pero solo dicen: ¡hay pobre perrito!... debe estar
perdido.
Veinticuatro
meses, parece mentira pero casi nadie se compadece de mí, casi ni como, estoy más
flaco, en realidad ha cambiado mucho mi aspecto físico, las personas me sacan a
escobazos cuando pretendo echarme en
alguna sombra, que está pasando…
Veinticinco
meses, que triste mi vida, hoy al tratar de cruzar la calle, fui arrollado por
un auto, el chofer se llenó de satisfacción al hacerme eso. Me arrolló la
cadera, yo arrastrándome con todas mis fuerzas y lleno de dolor, logré llegar a
la vereda del camino, mis patas traseras no me responden, no las siento y están
inmóviles, hubiera preferido que aquel auto me hubiera matado, para que seguir
viviendo si ya la vida no tiene sentido.
Han
pasado diez días y estoy aquí tirado, en aquella vereda, en el sol y cada vez más
me siento muy mal, sin comer y sin poderme mover, el dolor es cada vez insoportable y parece que hasta mi pelo se
está cayendo, estoy inconsciente, pero la dulzura de su voz me hizo reaccionar,
¡hay pobre perrito, mira cómo te han dejado! , era una dulce mujer que se compadeció
de mí, junto a ella había un señor con una bata blanca, empecé a tocarme y le
dijo: lo siento señora ya no se puede hacer nada, es mejor que deje de sufrir y
una lagrima salió de su bello y tierno rostro de aquella mujer. Ella con todo
el dolor de su corazón tuvo que aceptar, yo solo pude mover la cola en señal de
agradecimiento a aquella buena
mujer por ayudarme a descansar, solo sentí el piquete de la inyección y me dormí
para siempre… yo me pregunto ¿Por qué tuve que nacer si nadie me quería?.
¡No
lo abandones… él nunca lo haría!...
Cuídalos siempre….
(*) Estudiante de Administración
de Negocios Agropecuarios del I.E.S.T.P “Centro de Formación Profesional Binacional”, Mallares, provincia
Sullana, Piura-Perú.
No hay comentarios:
Publicar un comentario