viernes, 3 de noviembre de 2017

La mejor Mamá

Escribe: María Ojeda Córdova (*)

Cierto día mamá  se sentía muy frustrada por cosas que le estaban pasando. Ella lloraba y a mí se me partía el corazón verla así. Darle aliento no podía porque en ese momento yo era aún  una niña, solo la abrazaba y le decía mamá te quiero, pero ella seguía llorando cada vez más y más entonces fue cuando le pregunté

¿Qué te sucede mami, porque lloras?

La respuesta de ella solo fue, me duele la cabeza hija, no te preocupes y me mandó con tanto carácter a estudiar, en ese entonces como era una niña me limitaba  a jugar y jugar cada tarde después de regresar de clases.

Mi interés mayor era jugar y comer, a mamá la saludaba al  despertar cada mañana, la abrazaba, la besaba, y me iba a la escuela. Ella  mientras estaba delante de mí  siempre sonreía y no me daba preocupación.  Así era mi rutina durante mi educación  inicial.

Pasaron los años, fui creciendo,  hasta que ingresé a la educación  primaria, luego  me tuve que cambiar de escuela porque a mamá ya no le alcanzaba el dinero para pagar mis estudios.

Era otra gran historia en ese lugar porque no conocía  a nadie tenía que adaptarme nuevamente, es cierto que ya no lloraba  como en la escuelita inicial, pero extrañaba  a mis amigos. Cada día me molestaba con mamá por haber hecho eso, pero me molestaba con ella sin siquiera preguntarle cual era el motivo de mi cambio de escuela.

Pasé el primer año, luego el segundo hasta casi finalizar mis estudios de primaria sucedió algo que aún recuerdo con mucha nostalgia.

Fue el día de fiesta de navidad aun lo recuerdo. Regresé a casa bien emocionada, pero  encontré a mi madre acostada en la cama que ya casi no podía respirar, me asusté mucho y llame al doctor que nos atendía siempre, entonces él llegó y  me mandaron a comprar algunas pastillas que supuestamente debía tomar mi mamá. Cuando regresé a casa el doctor ya estaba de salida, entonces le dije, ¿Doctor que es lo que tiene mi mamá?

Él solo se limitó a responder, hija, a ella solo le duele la cabeza por el trajín que hace, y me volvía  a repetir la misma historia que simplemente  era UN DOLOR DE CABEZA.

Yo ya tenía doce años y ya no me creía ese cuento, cada día al  regresar de clases, me tardaba un poco porque me regresaba por el internet investigando sobre los dolores  de cabeza, pues ella me preocupaba tanto, ya que era lo único que tenía, a papá no lo cuento porque él nos abandonó cuando yo nací.

Así así pasaban los días, las semanas los meses y los años mamá cada día iba empeorando, yo cursaba el  quinto año de secundaria y aun no me enteraba que era lo que tenía mi madre, un día al regreso de clases no la encontré en casa, me preocupe por que ella estaba mal y al no encontrarla en casa me preocupé.

Me senté y la esperé hasta que llegara, siendo las 4:30 de la tarde ella llegó  y la enfrenté,  le dije que yo ya no era una niña para que me siga ocultando su enfermedad. Entonces solo le quedó responder con la verdad. Me dijo, hija tengo CÁNCER y solo me quedan días de vida.

Esta noticia fue el peor dolor que podía existir en mí. No podía dejar que suceda esto, que mamá se me muera,  Pero también había algo muy claro que yo sabía, que ya no podía hacer nada, solo me quedó brindarle amor lo más que pude, abrazarla y decirle cuanto la quería y la adoraba. Le daba días alegres hasta que se cumpla el tiempo que el médico le había pronosticado.

Cada día que pasaba era uno menos para ella y para mí también, yo lloraba cada noche, ya no podía asistir a clases por no dejar sola a mi madre pues no había quien la cuide.

Mis abuelos siempre vivieron lejos de ella, yo no sabía cuándo mamá iba  a partir y no quería saberlo tampoco pero llegó  el día más triste, mamá falleció y me quedé sola, no sabía que hacer pero me di fuerzas para lograr terminar los meses que me faltaban.

Llegó diciembre y terminé, no hice viaje de promoción porque no alcanzaban mis recursos pero  gracias a mi esfuerzo ocupaba el primer puesto en todos mis estudios.

La directora de la escuela, me gestionó una beca  para estudiar en EE.UU, yo muy alegre solo rogaba a Dios cada minuto para que aprueben esa beca y seguir estudiando como mamá lo hubiera querido. Quería estudiar Medicina para ayudar a las personas que más lo necesitaban, solo así  superaría la muerte de mamá, tuve tanta suerte que me otorgaron la beca y viajé.

Ahora ya  han pasado diez años y yo sigo aquí, ya vivo en EE.UU soy una gran doctora muy reconocida y me siento muy contenta porque a pesar de que mamá no se encuentra conmigo, ella hubiera estado tan orgullosa de mí, solo le agradezco a Dios por brindarme una oportunidad cada día y por darme a la mejor mamá del mundo.

 (*)  Estudiante del segundo ciclo de la carrera  técnica de Administración de Negocios Agropecuarios del Instituto de Educación Superior Tecnológico Público “Centro de Formación Profesional Binacional”, ubicado en el distrito de Marcavelica, provincia de Sullana, Región Piura, Perú.



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