viernes, 3 de noviembre de 2017

El entierro en el cerro fortaleza

Escribe: José Franco Heredia Palacios (*)

Cerca al antiguo Lancones, en la provincia de Sullana-Piura, había un cerro que se llamaba la fortaleza, que poseía gran cantidad de misteriosos encantos que se reflejaban por las noches.

El antiguo Lancones era un pueblito muy pequeño de gente trabajadora que se dedicaban a la ganadería y se encuentra ubicado en la provincia de Sullana, siendo uno de sus límites con el país hermano de Ecuador.

Allí vivía Guillermo, un hombre muy conocido en este pueblo ya que era uno de los más pobres y  trabajaba como un pastor de cabras.

Sucedió que un día cuando regresaba de pastar las cabras se dio cuenta de que le faltaban cuatro. Como ya eran las seis de la tarde se le ocurrió dejarlas e ir busca de ellas al día siguiente, pero un refrán resonó sobre sus oídos y era: no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy; así que fue y dejo las cabras muy cerca del pueblo y se puso en marcha en búsqueda de las cabras extraviadas.

Por suerte No tardó mucho en encontrarlas pues en el cerro la fortaleza divisó a las cabras, al principio sintió un poco de miedo, pero su vocación por el trabajo le permitió seguir adelante y cuando ya estaba cerca de sus animales se percató que cerca de un árbol ardía un fuego extraño y misterioso que se movía de un lugar a otro, y que le produjo mucho miedo, por lo que regresó lo más rápido posible con las cabritas a su casa.

Al llegar, su esposa y sus hijos le preguntaron el motivo por que llegaba tarde, así que Guillermo les contó lo sucedido, sus hijos se reían de él y le dijeron que solo había alucinado ya que esas cosas no existían. Su esposa por el contrario le creyó.


Por la noche mientras dormía Guillermo, tuvo una pesadilla en la que un hombre que decía ser su tatarabuelo, se veía en carrera de salvación y le pedía que le dejase el mejor cabrito de los que pastaba todos los días y a cambio le daría toda la inmensidad de riquezas que él había enterrado en aquel lugar.

Al amanecer le volvió a contar este nuevo suceso a su esposa la que le apoyó en lo que tenía que hacer.

Ese mismo día no salió a pastar las cabras y fue a comprar el mejor cabrito con lo poco que tenía ahorrado, donde su patrón el señor Hortensio, quien era el dueño del ganado caprino que el pastaba todos los días. Además, le pidió que le pagase los jornales de su trabajo durante esa semana.

No tuvo tanta espera y se marchó a Huancabamba a traer un maestro especialista en hacer mesadas para sacar entierros.

Al volver al antiguo Lancones, la gente pensaba que seguro ese hombre estaba enfermo porque decían que había estado en Huancabamba y había llegado con un brujo.

Ambos esperaron la noche y el maestro fue e hizo su mesada en un lugar un poquito alejado de donde Guillermo había visto el fuego extraño, además el maestro le pidió que fuese y amarrase el cabrito en el árbol donde había visto ese fuego.

Las horas pasaban y pasaban por lo que Guillermo miro su reloj, cuando ya eran medianoche … escuchó gritos horribles de un hombre que poco a poco se acercaba al lugar.

Él estaba escondido por unos matorrales y vió como ese hombre cerca de donde estaba el cabrito misteriosamente desapareció, pero cuando no pasaban ni tres minutos llegó un ser monstruoso, con unas enormes uñas y unos dientes muy grandes montado sobre un caballo más blanco que la nieve con un esplendor muy fuerte, el cual tomo el cabrito y siguió su camino desapareciendo a lo lejos.

El maestro le dijo que todo estaba listo y le señaló el lugar en el que debían cavar un hueco. Así pasaron un par de horas cavando con la  palana …hasta que sus herramientas chocaron con dos enormes baúles, los cuales tuvieron que alzarlos con gruesas cuerdas.

Al sacar el primer baúl y abriéndolo, Guillermo vió una gran cantidad de prendas de oro por lo que sus pensamientos se llenaron de codicia y vanidades pensando en comprar camiones tener haciendas, construir muchas casas y tener muchas mujeres. Cuando  de repente se escuchó en aquel hueco un trueno muy fuerte que hizo que desapareciera todo regresando así el maestro y Guillermo decepcionados a casa.

Pasado un tiempo Guillermo cuenta la historia a su abuelo y este dice el motivo por cual desapareció el oro encontrado. Le cuenta que según creencias la riqueza no puede ser para una persona vanidosa que al momento de sacar de un entierro grandes riquezas, muestra pensamientos de vanidad.

Este hombre lleva en su vida una gran experiencia, que le permitió ser más humilde y sin buscar ser rico, ya que lo sucedido le había cambiado su forma de ser.

(*)  Estudiante del segundo ciclo de la carrera  técnica de Administración de Negocios Agropecuarios del Instituto de Educación Superior Tecnológico Público “Centro de Formación Profesional Binacional”, ubicado en el distrito de Marcavelica, provincia de Sullana, Región Piura, Perú.

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