viernes, 3 de noviembre de 2017

Cambiar para amar

Escribe: Gleiser Adán Pintado Carhuapoma  (*)

Había una vez un hombre muy adinerado llamado Gerardo,  que le gustaba humillar a la gente por sus condición económicas precaria.

Gerardo vivía en una mansión muy lujosa y tenia las mejores cosas al alcance de su mano. Era el dueño y señor de aquella mansión. Tenía sus peones, sus sirvientas que hacían que su vida fuera muy fácil.

Cierto dia mientras cabalgaba por las riberas de un rio se encontró con una hermosa joven llamada Julia. Gerardo quedó muy encantado de verla pero su orgullo fue mas poderoso que el y no le dirigió la palabra a aquella joven por ser pobre y pensó seguro es otra más de esa gente pobre y muerta de hambre como todos.

Al llegar a su lujosa mansión no podía dejar de pensar en aquella chica y se decía, seguro que  este capricho ya se  me pasará.

Al dia siguiente fue otra vez por la misma ruta del día anterior con la esperanza de encontrarla, pero grande fue su sorpresa al encontrarse con uno de sus peones que intentaba aprovecharse de la pobre e inocente julia. Al ver lo que ocurria no le importó nada y saltó en enseguida de su caballo para defender a la chica que habia conocido el día anterior.

Enfurecido con la actitud de su peón le impactó con su puño una y otra vez en la cabeza de aquel hombre hasta dejarlo inconsciente. Luego fue donde estaba Julia y le preguntó:

-¿Te ha hecho daño este infeliz?

Julia asustada dijo:

-Gracias a Dios sólo tengo unos pequeños moretones. Gracias por haber llegado a tiempo y defenderme porque de no ser por usted ese hombre pudo haberse aprovechado de mi.

A lo que él respondió:
-No te preocupes por eso más bien para la próxima procura que te acompañe alguien que te pueda defender para que no te vuelva a ocurrir lo mismo.

Julia agradecida con el acto del noble hombre no se le ocurrió mejor idea que invitarlo a almorzar a su casa.

La reacción negativa de Gerardo no se hizo esperar diciéndole:

-No te confundas muchacha que si te he defendido es porque no podía permitir la conducta negativa de mi peón, no por otra cosa en particular.

Aunque su corazón decia todo lo contrario que su accionar de defenderla no solo era porque intentaban hacerle daño si no que se estaba enamorando de aquella hermosa joven.

Gerardo muy molesto por el accionar de su peón al llegar a su casa lo despidió de inmediato.

Pasaron los días y no dejaba de pensar en aquella chica y decidió dejar de lado sus diferencias  y atreverse a hablarle a julia y expresarle sus sentimientos que sentía por ella. Cierto día como lo había hecho en repetidas ocasiones la encontró.

Estaba nervioso, al tenerla tan cerca se atrevió a declarársele teniendo una respuesta positiva por parte de Julia.

Gerardo desde aquel día cambio su actitud grosera que tenía, dejó de tratar mal a las personas y vivió feliz al lado de su amada para toda su vida.


(*)  Estudiante del segundo ciclo de la carrera  técnica de Administración de Negocios Agropecuarios del Instituto de Educación Superior Tecnológico Público “Centro de Formación Profesional Binacional”, ubicado en el distrito de Marcavelica, provincia de Sullana, Región Piura, Perú.

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