lunes, 6 de noviembre de 2017

La vida depende de una gota

Escrito por: Ana Jackeline Saldarriaga zapata (*)

Aún recuerdo como si fuese ayer cuando corría sin zapatos, por la arena caliente de mi humilde pueblo, corría rápidamente pues la arena se encontraba muy caliente por la radiación solar. Pero se preguntaran ¿por qué corría? Pues corría por que al fin luego de 20 días llegaba el agua al pequeño canal llamado perlita. En realidad todos los pobladores corrían desesperados y alegres, llevando consigo muchos depósitos para almacenar agua, suficiente para poder sobrevivir.

Es que es  la cruel realidad. Mi pequeño pueblo no tenía agua todos los días, como muchos de nosotros que no la tenemos en nuestros  hogares; la única esperanza de mi pequeño pueblo era esperar el agua. Cuando el agua llegaba a mi pueblo, es como si se escuchase el cantar de los pájaros por la mañana.

Cuando el agua llegaba, yo muy alegre esperaba que el agua pase por detrás de mi humilde casa, pues allí había un pequeño canal que servía para regar nuestros cultivos de limón y un sin número de alimentos, porque déjenme mencionarles que lo más hermoso que tiene mi pueblo es su hermosa vegetación y aire puro.

Esperando el agua detrás de mi casa tenía una planta de tamarindo enorme, en aquel tamarindo  tenía una hamaca (columpio) en ella solía mecerme y tirarme al pequeño canal. Era hermoso y fantástico estar allí repitiendo mis acrobacias y a la vez disfrutando de un refrescante baño. ¡Ana!, ¡Ana! Era la voz de mí mamá que me llamaba diciéndome: ya sal del agua, y suelta los patos del corral. Salía apresurada del agua y soltaba a los patos. Ellos eran muy alegres extendían y batían sus alas, volando hasta llegar al canal, zambullían y mojaban sus alas; quedando tan limpios y hermosos que eran dignos de admirar.

Pero no  me gustaba cuando se secaba el canal, me entristecía mucho ver como los pequeños peces morían, ya que la poca agua que tenían se estaba agotando .como era una niña cogía los pequeños peces y los  guardaba en un depósitos  con agua, esperando que el agua volviese para liberarlos.
Es aquí donde comprendí cuanto y como la vida de aquellos seres vivos dependía de una gota de agua. Quizás vivir allí me enseño a valorar y cuidar el agua.

Son muchas las experiencias pasadas en mi pequeño pueblo donde solía vivir, el agua se cuidaba con mucho esmero, no se desperdiciaba. Muchos de nosotros ni importancia, ni valor le damos al agua, pues decimos el agua nunca se va acabar, pensemos que como dice el dicho” el agua gota a  gota se agota”.

Es verdad aunque usted no lo crea el agua se agota, gota a gota, todo es una bancarrota. Cambiemos por nosotros porque los futuras sequías que se presentarán  serán por nuestra culpa, no contaminemos el agua pensemos que mientras tú la estas desperdiciando hay personas que la necesitan, inclusive mueren por no tener este maravilloso recurso. Cambiemos por nosotros, por nuestros futuros pequeños.

Deja atrás esa mala costumbre de: es una sola gota que bota mi cañería, ¡sí! es una gota pero recuerda esa gota es la salvación de muchas vidas, es el alegre cantar de los pájaros, es el hermoso batido de las alas de los patos. Recuerda nuestra vida depende de una gota.

(*) Estudiante del Módulo de Producción de Textos, del Segundo Ciclo de La Carrera Técnica de Producción Agropecuaria (PRODA ll) del Instituto de Educación Superior Tecnológico Público “Centro de Formación Profesional Binacional”, del distrito de Marcavelica, provincia de Sullana, Región Piura-Perú.

No hay comentarios:

Publicar un comentario