martes, 11 de septiembre de 2012

“Empecé con alegría y termine con dolor”


Escrito por: Elybeth Smith Vargas Herrera (*)

Primera semana, hoy cumplo una semana de nacido, que alegría haber nacido y llegado a este mundo.

Primer mes, mi mamá me cuida mucho, es una mamá ejemplar, ella me quiere demasiado.

Dos meses, hoy es un día triste, me separaron de mi madre, ella se quedó muy triste al igual que yo, y lo único que pudo decirme fue “adiós” esperando que mi familia humana me quiera y me cuide como ella.

Cuatro meses, he cambiado y he crecido muy rápido, soy el centro de atención en mi nuevo hogar, hay un niño muy bueno, él juega conmigo, aquel niño me jala la cola y yo lo muerdo jugando. Me siento tan feliz con mi nueva familia, me quieren mucho.

Ocho meses, soy un perro feliz, tengo un hogar muy lindo, soy muy querido aunque a veces me regañan por hacer mis necesidades en la sala, es que no me han enseñado donde hacerlo, pero bueno no importa, saben, creo que mi familia humana me quiere mucho. Cuando están comiendo me convidan.

Doce meses, hoy es un día muy especial ¿saben por qué?, hoy cumplo un año y soy un perro lindo e inteligente ¡ay!. Que orgulloso se han de sentir de mi… hoy mi hermanito me quito su pelota, bueno yo estaba jugando con ella, no acostumbro a cogerle sus juguetes pero hoy se me dio por hacerlo. Yo cuando él me quito su pelota no pude evitar molestarme y sin querer lo lastime, es que mis mandíbulas han crecido, pero nadie me entendió. Lo más triste después de esto, es que me amarraron y me encadenaron, bajo el sol, casi sin poderme mover, dicen que me van a tener en observación y que soy ingrato. En realidad, no sé lo que pasa, me siento muy solo y muy abandonado.

Quince meses , todo ha cambiado , ya mis dueños o mejor dicho mi familia no  me  toma  atención, vivo en la azotea , bajo el sol, la lluvia, la soledad, a veces a mi familia se le olvida que tengo hambre y no me dan de comer, yo me pregunto ¿Qué esta  pasando con mi familia?

Dieciséis meses, me parece increíble, pero ha pasado mucho tiempo, hoy mi familia me bajó de la azotea. ¿Saben?, me sentí tan feliz, que daba saltos de alegría, creo que mi familia ya me perdonó, me subieron al carro y creí que nos íbamos de paseo como en familia, ¡que alegría!, pero de repente en un lugar desolado y muy sólido, el auto se detuvo, creí que ya habíamos llegado, abrieron la puerta y yo me bajé feliz esperando que mi familia bajara del auto, pero no fue así, cerraron la puerta y el auto arrancó, yo por un momento pensé que se habían olvidado de mí, pero no fue así, desesperado ladraba  queriendo   decir ¡esperen! ¡esperen!, pero fue inútil no me escuchaban, me habían abandonado.

Han pasado ya veinte meses , estoy un poco viejo y cansado , mi vida ha cambiado, nadie me quiere , un día vi a unos niños jugando pelota, me gustó el juego y quise jugar con ellos, me acerqué, pero ellos me corrieron a pedregones, una de esas piedras me lastimó y perdí un ojo.

Han pasado veintidós meses, estoy desesperado buscando el camino para llegar a casa, pero nunca lo encontré. En el sendero hay pocas personas que a veces me dan de comer, y yo les  agradezco con una dulce mirada y desde el fondo de mi alma yo en realidad quisiera que me adopten y ser parte de una nueva familia pero solo dicen: ¡hay pobre perrito!... debe estar perdido.

Veinticuatro meses, parece mentira pero casi nadie se compadece de mí, casi ni como, estoy más flaco, en realidad ha cambiado mucho mi aspecto físico, las personas me sacan a escobazos  cuando pretendo echarme en alguna sombra, que está pasando…

Veinticinco meses, que triste mi vida, hoy al tratar de cruzar la calle, fui arrollado por un auto, el chofer se llenó de satisfacción al hacerme eso. Me arrolló la cadera, yo arrastrándome con todas mis fuerzas y lleno de dolor, logré llegar a la vereda del camino, mis patas traseras no me responden, no las siento y están inmóviles, hubiera preferido que aquel auto me hubiera matado, para que seguir viviendo si ya la vida no tiene sentido.

Han pasado diez días y estoy aquí tirado, en aquella vereda, en el sol y cada vez más me siento muy mal, sin comer y sin poderme mover, el dolor es cada vez  insoportable y parece que hasta mi pelo se está cayendo, estoy inconsciente, pero la dulzura de su voz me hizo reaccionar, ¡hay pobre perrito, mira cómo te han dejado! , era una dulce mujer que se compadeció de mí, junto a ella había un señor con una bata blanca, empecé a tocarme y le dijo: lo siento señora ya no se puede hacer nada, es mejor que deje de sufrir y una lagrima salió de su bello y tierno rostro de aquella mujer. Ella con todo el dolor de su corazón tuvo que aceptar, yo solo pude mover la cola en señal de agradecimiento  a aquella   buena mujer por ayudarme a descansar, solo sentí el piquete de la inyección y me dormí para siempre… yo me pregunto ¿Por qué tuve que nacer si nadie me quería?.

¡No lo abandones… él nunca lo haría!...

Cuídalos  siempre….

(*) Estudiante de Administración de Negocios Agropecuarios del I.E.S.T.P “Centro de Formación  Profesional Binacional”, Mallares, provincia Sullana, Piura-Perú.

No hay comentarios:

Publicar un comentario